El resurgimiento del modelo feudal monástico – una nueva edad media

>> domingo, 19 de abril de 2009

A lo largo de mis lecturas sobre los modelos futuristas, salta a la luz la presencia repetitiva de lo que Umberto Eco llama la “Nueva Edad Media” en su libro de ensayos “Über Gott und die Welt” (Sobre Dios y el mundo). Aunque de forma matizadamente diferente, he encontrado la esencia de este modelo en diferentes otros autores. Theodore Roszac, el gran analista de la contracultura, en “Persona / Planeta” y otros de sus títulos haya llegado a una conclusión similar. Pero también resulta interesante encontrar los mismos postulados una y otra vez en los más diversos campos de la ciencia ficción: la “Trilogía de la Fundación”, de Isaac Asimov, la serie de películas de “Mad Max”, “Waterworld” y muchas otras cuyos títulos no recuerdo.

Aunque en esencia el análisis que sustenta esta teoría surgió en la década de los 1970’s, (el ensayo de Eco es de 1972), una atenta observación de la realidad social que estamos observando permite sacar conclusiones que lo revalidan.

Umberto Eco se basa en los siguientes puntos y hace un análisis comparativo con la última etapa del Imperio Romano para detectar paralelismos que sustentan su hipótesis:

La pax americana está en crisis. Creo que es un punto que indudablemente está sucediendo y lo estamos viendo todos los días en las noticias. La cabeza del imperio está dando pasos de ciego. Ya no sabe como resolver los asuntos que mantienen la armonía dentro del imperio. Lo mismo sucedió con la pax romana. Otra de las repercusiones directas de esta decadencia es la mixcificación de las sociedades antaño claramente delimitadas. Desde hace unos meses esa mixificación es manifiesta en el hecho, hasta hace unos años impensable, de un hombre de color en la presidencia. Ese hombre es producto de la mixificación, hijo de un africano y una mujer blanca.

La vietnamización del territorio. Con esto Eco se refiere a que estamos viendo cada vez más como entidades relativamente aisladas pero no sin poder están fortificando sus intereses. Una de las industrias de más crecimiento en la actualidad son las empresas de seguridad. Ya prácticamente no existe ninguna institución del tipo o tamaño que sea que no esté resguardada por personal de seguridad. Hasta ahora han tenido un enemigo común: la delincuencia (en Vietnam era la guerrilla), solo es cuestión de tiempo de que esos ejércitos que custodian las empresas emprendan luchas contra rivales más serios, por ejemplo el ejército de la Coca Cola contra el ejército de la Pepsi. En el ámbito de la seguridad que brinda el estado, en México ya estamos viendo esa rivalidad en acción en la lucha contra el narcotráfico.

El colapso ecológico. Una de los síntomas que marcaron la decadencia del Imperio Romano fue la escasez de recursos. Cuando los constructores y la capricultura romana arrasaron con los bosques de la península itálica, los recursos madereros tuvieron que ser transportados desde distancias cada vez mayores hasta que se hicieron prácticamente incosteables. Lo mismo sucedió con muchos otros recursos imprescindibles para la vida cotidiana del imperio y lo mismo está sucediendo en la actualidad con los recursos que necesita nuestra sociedad tecnológica para mantener los niveles de vida acostumbrados. Todo hace suponer que esta crisis de recursos a penas está comenzando y no hay guisos de que la situación mejore en el corto plazo a menos de que se haga un serio cambio en la forma como usamos la tecnología. Un cambio que, por cierto, le fue impuesto a la civilización del Medioevo europeo. En aquel entonces, al igual que ahora, los primeros ambientes afectados fueron los urbanos.

El nomadismo. Hacia finales del Imperio Romano comenzaron las grandes peregrinaciones hacia Compostela, Roma y Jerusalén. Se buscaba el reencuentro con las raíces culturales cristianas que estaban sustituyendo la cultura romana en todo el imperio. Hoy en día esa búsqueda se manifiesta a través del turismo. Un turismo que no solo se concentra en torno a temas como el encuentro con la naturaleza (playas, ecoturismo, etc.) sino, sobre todo, a través de la búsqueda de culturas “exóticas” que llenen el vacío cultural imperante en casa. Los destinos de este turismo son lugares tales como la India, Bali, Tailandia, Perú y nuestra Rivera Maya.

La inseguridad. Sentir miedo, temor ante un futuro incierto es otra de las tónicas que señala Eco. Al final del Imperio Romano, cuando fueron retirados paulatinamente las legiones y las burocracias locales, la vida en todo el imperio se percibía como insegura. Nadie sabía a quién recurrir en caso de emergencia. El pillaje, la criminalidad aumentaron significativamente. Hoy en día esa inseguridad es más palpable que nunca. La capital misma la difunde mientras especula con el cierre de sus bases militares en todo el mundo. En aquellas zonas donde el imperio ya está en retirada la delincuencia, la inseguridad es la tónica de la vida cotidiana.

El vagabundeo. Muchos, sobre todo jóvenes, han dado la espalda al sistema. Mochila sobre la espalda emprenden largas exploraciones del mundo. Se asientan temporalmente donde les gusta y después de un tiempo vuelven a emprender el camino. Su búsqueda es nuevamente la búsqueda de alternativas. Hacia principios del Medioevo esta búsqueda se generaba al interior de las hordas vagabundas auspiciadas por las órdenes religiosas y que no escatimaban el uso de la violencia si se encontraban con una facción diferente siempre recurriendo a la acusación de la herejía. Hoy en día los vagabundos todavía no se han diferenciado del todo entre si. Se juntan en torno a un género musical –que incluso interpretan sobre el camino- o a la experiencia de alguna droga concreta, mariguana, ayahuasca, peyote… Su religiosidad casi siempre es new agera y han dejado atrás las propuestas institucionales.

La autoridad. Con la desaparición del poder centralizador, los europeos medievales buscaron su sustento intelectual en la autoridad de los antiguos griegos. Fueron sus textos traducidos, copiados, interpretados que ejercieron una influencia decisiva sobre la vida. Y fue su presencia en todas partes la que finalmente los acompaño hasta que fueron capaces de emprender la aventura de una nueva propuesta durante el Renacimiento. Hoy la autoridad se busca en otras partes. El movimiento identificador comienza con las míticas figuras del Che, que más tarde, en los 80’s es sustituido por Gandhi y Mandela. La lista todavía ha de ampliarse, pero claramente se está conformando el grupo de aquellos que acompañarán a la humanidad a través de la oscuridad de una nueva Edad Media

Las formas de pensamiento. La reflexión intelectual se concentra en torno a una búsqueda de textos sagrados que ejercen su influencia omnipresente. Tampoco no es posible determinar con toda certeza cuál será la selección que finalmente se imponga. Quizá un Carlos Castaneda, un Lobsang Rampa o un Eckart Tolle si el giro es espiritual chamánico, quizá se eleve a lo sagrado a Marx y sus matizados seguidores si se retoma el camino revolucionario y cuestionador de las formas establecidas, quizá, viendo el impacto de los nuevos medios, el texto sagrado del futuro será una película como Matrix o el Señor de los Anillos. En el paralelismo medieval de Eco, esos textos sagrados fueron los de los llamados padres fundadores del cristianismo, San Agustín encabezando la lista de las preferencias.

El arte artesanía. Una de las transformaciones más importantes hacia los finales del Imperio Romano fue la del arte. Los iniciadores del Medioevo le dieron al arte una expresión significativa en lo cotidiano. Sus catedrales góticas se convirtieron en libros ilustrativos, en textos de educación popular convertida en piedra. Su complemento fueron las colecciones de reliquias que pulularon en todas partes. En la etapa anterior se esforzaron por el embellecimiento de los objetos cotidianos. La herrería artesanal tuvo un auge sin precedentes. Hoy podemos ver una tendencia similar. Muchos con vetas artísticas no las proyectan en las artes establecidas sino buscan lo diferente. Hay quien monta exposiciones cuyos materiales salen del cubo de la basura, hay quien hace elaboradas cajitas con cáscaras de naranja, y hay miles que convierten los alambres industriales en joyas femeninas. El esfuerzo de la caverna del los diez mil años que sintetice la historia humana en unos pocos objetos (independientemente del tamaño de la selección) va encaminado en esta dirección.

Los monasterios. Nada, dice Eco, en la actualidad se parece tanto a los primeros monasterios medievales como las universidades estadounidenses. Hoy y antaño esos recintos se han convertido en las bastiones de la investigación y la conservación del conocimiento humano. En todas partes surgen los modelos que las imitan. Las universidades europeas ya han adaptado sus curriculas al modelo, en nuestro país surgen los campus particulares como hongos. La universidad y quizá las fundaciones son los monasterios de nuestro Medioevo. Hoy y antaño su función es clara. Resguardar y discutir eternamente sobre aquellos que se considera digno de resguardo. Pero la tónica también es la inseguridad. Hoy y antaño no se sabe si lo que se resguarda será realmente útil para acompañar el proceso de salida. La salida no está a la vista. Es incierta. Está oscurecida por un tenebroso panorama apocalíptico. El fin del mundo está a la vuelta de la esquina.

Claro que la exposición de Umberto Eco que he resumido y destajado casi macabramente es mucho más refinada que la mía y lamento no poder presentar el texto íntegro traducido a nuestra lengua. Su lectura, como cualquier lectura de Eco es uno de esos dulces intelectuales que difícilmente puede ser superado y no tengo la intención siquiera de asumirme como capaz de ello.
Lo que queda claro es que nos habla de un proceso con el que muchos podemos identificarnos. Todos hemos estado involucrados con, o por lo menos hemos estado expuestos a, sus manifestaciones. Sin embargo, el análisis, con toda su claridad y su indudable lucidez, tiene algunas vertientes que se antojan improbables.

Por un lado la monaquización, esa autodefensa a ultranza de las instituciones establecidas, se percibe como un patear de los ahogados. Es cierto que se tienen que construir nuevas instituciones, renovarlas, o buscar un mejor modelo. Mantenerlas con las dosis de violencia y las restricciones de acceso imperantes no puede ser un fenómeno duradero. Está, de entrada, condenado al fracaso.

Por el otro lado estamos viendo que la tendencia generalizada no es el establecimiento de un belén sagrado que inspire a todos. Si ha de existir ese belén todavía no se ha encontrado. Quizá se está cristalizando, construyendo mediante esa búsqueda humana insaciable de nuevas formas de pensamiento y conciencia. Quizá mi propio esfuerzo al escribir estas páginas no sea otra cosa que encontrar ese belén inspirador…

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